Querida comunidad del Colegio Puerto Varas.
Con sencillez, pero con energía y fuerza, quisiera invocar desde nuestro Proyecto Educativo, el mandato de formar a una comunidad y a sus jóvenes comprometidos con la realidad de lo que les toca vivir, con su comunidad, ciudad, región y con su país, para poder reflexionar sobre los importantes tiempos que hoy nos toca transitar.
En una semana más, la democracia nos da la oportunidad de expresar mediante el voto, nuestra voluntad sobre el futuro de Chile. A través de este hito histórico, podremos sostener una conversación sobre el país que hemos sido y sobre el que queremos ser. Lo haremos en un contexto de mundo en transformación y cambio, y de cara a un país que enfrenta urgentes y maravillosos desafíos. Hace un año, nos encontramos con un estallido social que ha dado cuenta de que nuestras miradas sobre la sociedad son mucho más diversas de lo que creemos.
Quiero invitarnos a todos a mirar con esperanza nuestro país, y muy especialmente, considerar que esa diversidad de miradas son una fuente de riquezas extraordinaria para nuestro futuro. Conflictos y diferencias van a haber. Lo importante es que decidimos hacer con ellas, y como enfrentamos los conflictos que de esas diferencias se suceden, poniéndonos de acuerdo a través del diálogo y de la institucionalidad, para construir espacios de democracia y justicia.
Hoy se cierne, nuevamente al igual que hace un año, el fantasma de la violencia y de la intolerancia. Quisiera expresar como Católico, el dolor por lo ocurrido ayer en templos donde muchos chilenos profesan su Fe, buscan espacios de acogida frente al dolor y el desamparo. Donde familias han celebrado los sacramentos de sus hijos, han contraído matrimonio o han vivido la eucaristía semanalmente. Donde han despedido a sus deudos, o donde desde el lugar más profundo de sus abismos, han reiniciado una vida esperanzada. Nada puede justificar ningún tipo de violencia.
La esperanza y el futuro de un país más justo, más fraterno y humano, un país mejor, requiere de todos nosotros expresar sin dudas y sin condiciones una condena absoluta a todo tipo de violencia. A la violencia que han sufrido políticos de distintos sectores, siendo funados y menoscabados públicamente. La violencia sufrida por las instituciones y agentes de nuestras policías y por supuesto también, la violencia infligida por agentes del estado a cualquier ciudadano. Ninguna violencia, sin condiciones ni ambigüedades, debe ser aceptada.
La libertad es un derecho que no siempre se tiene. Se pierde cuando no se cuida, y la cadena de hechos que puede llevar a esa perdida se cuela entre las rendijas, disimuladamente, tras mensajes que normalizan o justifican expresiones intolerantes.
Que el 26 de Octubre, sea un día de triunfo para todos. Los que hayan ganado y los que hayan perdido con su voto. Que sea un día de triunfo para nuestra democracia, para el diálogo y para la construcción de un país más justo y fraterno. Nuestro Proyecto educativo nos invita a congregarnos, desde nuestra diversidad, y la riqueza que ella representa, a construir un país más justo y mejor.
Es nuestro deber participar. Con el voto se ejerce la soberanía. Vienen para Chile desafíos importantes y ninguno de nosotros, con su legítima postura sobra. Lo que siempre sobrará es la violencia. No más violencia en el Chile que queremos construir!!!
Gabriel Jordán C.
Rector.
Los invitamos a revisar las palabras del Arzobispo de Santiago, monseñor Celestino Aós, quien se refiere a los ataques que sufrieron las parroquias de la Asunción de la Virgen María y San Francisco de Borja.
Hermanas y hermanos: Paz y Bien.
La violencia es mala, y quien siembra violencia cosecha destrucción, dolor y muerte. Nunca justifiquemos ninguna violencia.
Ya hace un año sufrimos un estallido de violencia que nos causó tanto dolor personal, y tanta destrucción material que pensábamos habría sido una lección amarga y fuerte. Nos ha costado reconstruir las instalaciones, y ha exigido a los más empobrecidos sacrificios e incomodidades constantes; se les hizo la vida más penosa.
Los pobres son los más perjudicados. Esperábamos que no se repitieran esas acciones y esas imágenes. Las acciones violentistas y las imágenes vandálicas las padecemos de nuevo hoy. Sentimos la destrucción de nuestros templos y otros bienes públicos; pero sentimos sobre todo el dolor de tantas personas chilenas de paz y generosidad. Esas imágenes no solo impactan y duelen en Chile, sino que impactan y duelen en otros países y otras gentes del mundo, especialmente hermanos cristianos.
En estos momentos sé el dolor tremendo de los feligreses de la parroquia de la Asunción de la Virgen María, y de la parroquia de Carabineros. Sepan y sientan que estamos unidos a ustedes: no perdamos la fe ni la esperanza: el amor es más fuerte, el amor es más fuerte.
A todos ustedes, queridos feligreses de Santiago, a todos ustedes queridos chilenos y gente de buena voluntad y amante de la paz, les suplico: basta, basta de violencia. No justifiquemos lo injustificable. Dios no quiere la violencia. Nos encontraremos para hacer como comunidad creyente actos de desagravio y de reparación. Ahora los invito a la oración, a purificar nuestro corazón para que no se nos meta ni el deseo de revancha, ni el rencor, ni el odio, ni la violencia.
Hoy, con más fervor, junto a la Virgen del Carmen recemos “Haz de mi un instrumento de tu Paz…”, benditos los que trabajan por la paz, benditos los que hoy pueden cerrar la jornada diciendo: he trabajado por un Chile mejor, he trabajado construyendo paz.
+Monseñor Celestino Aós Braco.
Arzobispo de Santiago.