Esta semana despedimos a nuestro querido Julio, quien trabajó y vivió por 23 años en el Colegio. Ahora le toca descansar y gozar esta nueva etapa de la vida en su parcela que tanto le gusta! Como comunidad estamos infinitamente agradecidos de toda la entrega, eterna disposición y compromiso durante todos estos años, le deseamos la mejor de las suertes, y a pesar de que lo extrañaremos mucho, estamos seguros que seguiremos viéndolo ya que Julito recibió por parte del Colegio una invitación permanente a los eventos CPV, pues él seguirá siendo por siempre parte de nuestra Comunidad.
Les dejamos una entrevista para que conozcan más de su historia.
Muchas Gracias Julito!!
Por 23 años trabajó y vivió en nuestro Colegio junto a toda su familia: su señora Fresia, y sus hijos Rodrigo y Diego, quienes han crecido viendo como el CPV ha cambiado a través del tiempo.
El trabajo de Julito era 24/7 y le tocó hacer de todo, nos cuenta con orgullo… Abría el colegio, arreglaba llaves, cortaba el pasto, hacía drenes, cercos, labores de auxiliar y los últimos años en portería… aún recuerda que durante 16 años se levantó a las 5:30am para prender la caldera a leña y poder tener el Colegio temperado para los alumnos.
Su familia no podía estar ajena a su trabajo; sus hijos ayudaban a abrir el Colegio los fines de semana cuando algún despitado había olvidado algo y su señora Fresia trabajó por 15 años en la cocina junto a Sodexo, formando todos parte de esta comunidad.
¿Cómo se enteró de este trabajo hace 23 años?
Por medio de un sobrino, que trabajaba en el Colegio Alemán nos enteramos que acá necesitaban a un auxiliar. Yo me había quedado sin pega, antes trabajaba en el campo en Fresia, así que vine y me entrevistó la señora Raquel Sánchez, quien fue la primera dueña de casa del Colegio. Conversé con ella, entregué mis papeles, di como 5 pasos… y me dijeron que empezara mañana.
¿Cómo era el Colegio en ese entonces?
¡Uf… bien distinto a ahora, de partida acá estábamos solos! rodeado de pura pampa!!no había nada… Y el edificio eran dos pasillos, el central y el que lleva a la Biblioteca. En la actual capilla estaba la dirección y ahí se terminaba el Colegio.. los cursos eran de 1º a 4º básico, con generaciones de 20 alumnos y eso era… luego con los años se fueron construyendo los otros pasillos y así fue creciendo
¿Cuándo llegó a vivir aquí?
Entré en marzo de 1997 y en septiembre me enteré que la persona que vivía aquí se iba, así que sin pensarlo mucho ni preguntarle a nadie, me fui a ofrecer para ocupar su lugar. Altiro me dijeron que sí! Así que desde octubre nos instalamos con toda la familia, Rodrigo entró a 3º básico al Colegio Inmaculada Concepción y Diego tenía 11 meses.
¿Que momentos difíciles recuerda?
El accidente cadiovascular que tuve… eso fue de las cosas más angustiantes, la puerta estaba cerrada y Rodrigo tuvo que correr abajo a abrir la tranca para que pasara la ambulancia. Fue un momento difícil para mi familia.
Bueno, y el incendio del Colegio. Me acuerdo que yo estaba durmiendo profundo, justo me había tomado una pastilla para dormir, pero con el segundo llamado de una apoderada me desperté… “Julito, se está quemando el Colegio” me dijo…. Con susto me vestí, me asomé a la ventana y vi las llamas. Pesque las llaves, abrí el colegio, vi llegar a don Anton, y después empezó a llegar mucha gente, uff locura, yo iba para allá y para acá… corría por todos lados, cada uno me pedía algo distinto… fue de los peores momentos.
¿Qué es lo que más agradece?
Nos llevamos puros buenos recuerdos, creo que la gran alegría es que mi trabajo logró que todos saliéramos adelante, mis hijos lograron terminar sus estudios, Rodrigo es Técnico Automotriz y Diego es Ingeniero Civil Industrial y todo eso gracias al trabajo que tuve aquí estos años.
Que es lo que más va a echar de menos?
La bulla de los cabros, el saludo y el cariño de cada niño todos los días, los papás, los profesores… puros buenos recuerdos.
Que le gustaría decirle a toda la comunidad?
¡¡Gracias a todos, muchas gracias a todos!! realmente sentí el cariño.